Pedramar respira de la belleza natural del mar, de su inmensidad, de su coraje y su calma, de su vaivén de sonido y color, del latido del agua y de todos y cada uno de sus azules.

De entre los elementos que conviven con el mar, elegimos la piedra como reflejo del mismo, la estrechada relación que mantiene con las olas crea formas suaves, dulces y sensuales. Y a pesar de su naturaleza inerte, vemos en ella una característica muy viva: identidad propia, singularidad, idiosincrasia.

La personalidad de la piedra revela la magnitud de la fuerza del artífice.


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